La controversia entre Freud y Jung
Primero como maestro y discípulo, y luego cada uno por su lado, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud revolucionaron el estudio de la mente. La psicología analítica de uno y el psicoanálisis del otro buscarían nuevas vías para desentrañar los secretos de nuestro subconsciente, pero en el camino terminarían destruyendo su amistad.

Para Freud, la libido era una energía puramente sexual, mientras que para su discípulo era el interés que despierta el sujeto hacia diversos objetos, la energía que explica la dinámica del funcionamiento de la psique. Además, mientras que para Freud el inconsciente tenía un cariz negativo, siendo el lugar de la mente donde se acumulan todos los escombros de nuestra consciencia, esto es, los traumas, los deseos reprimidos, las fobias, etc., para Jung, el inconsciente era y no necesariamente negativo. Es también una fuente casi inagotable de saber y creatividad, un cajón de sastre con una cantidad de información casi disparatada, en la que el buen observador puede lograr extraer datos valiosos.
Freud considera que hay que apegarse a lo científico, especialmente porque todo lo reduce a la sexualidad, mientras que Jung considera incluir dentro del psicoanálisis otro tipo de elementos (como la telepatía, la religión o el misticismo).
La pelea:
Estas diferencias van haciendo que se agrande la brecha entre ambos. En el viaje que emprenden a Estados Unidos, empiezan a hacer un análisis mutuo de sus sueños: Después de que Jung exponga el suyo, le pide a Freud que haga lo propio... y éste se niega a hacerlo, alegando que podría perder así su autoridad.
Parece que para Jung, quien vivía la relación más que como de amistad como la de un supervisor y su supervisando, se abrió aquí una brecha que supuso el inicio de la ruptura de la relación entre ambos: Jung le dijo a Freud en una de sus cartas que trataba a sus amigos como pacientes, lo que hizo que Freud le contestara expresándole su deseo de dar por terminada la relación.